COSAS QUE SE TE OLVIDAN Y TE CAGAS EN TODO
Por E.Arribas
Ilustradora: Sara Herranz
A lo largo de mi
vida, me he dado cuenta que no sé porqué pero repito como si fuese el puñetero
día de la marmota, por mi mala y descuidada memoria, una serie de
comportamientos que me sacan de mis casillas y me cago en todo cada vez que
me pasan. La lista sería interminable, pero aquí van algunos de los repetitivos sucesos, que da igual las veces que me ocurran porque ¡me siguen pasando!:
·
Dejarme la fregona dentro del cubo: como siempre, por
descuido, después de dejar requetelimpia la casa oliendo a flores silvestres y
no sé qué más que pone en la etiqueta, me dejo la maldita fregona dentro del
cubo con agua...¡ya la he cagado! Porque, de nuevo, la preciosa y suave fregona
que acabo de abrir nuevecita, coge un olorcillo nauseaubundo a humedad.
¡Y no hay manera de quitarlo! Y lo más curioso, es que cuando voy a casa de mi
madre, puede estar usando la misma fregona semanas y huele a rosas, y la mía en
un día huele a local fiestero mohoso, ¡odio este olor, pero siempre me pasa
igual!
· Tirar
la basura: venga va, nueva semana, tirar la basura cada dos días máximo.
¡Pues de eso nada! y ¿qué ocurre? pues que a parte de necesitar convertirme
en el increíble Hulk para sacarla del cubo, tengo que tener cuidado a la hora de echar comida dentro; crees que un poquito más va a caber, pero... ¡mierda! Se vuelca toda
la bolsa, y tengo que recoger todo del suelo ¡un puto asco de la hostia, os lo
aseguro!
· Congelar
la carne: has hecho la compra y, como tienes la cabeza en la parra, a mitad
de semana te das cuenta que toda la carne que has comprado el sábado ha
caducado o está a punto. ¡Te cagas en todo lo cagable! tiras a la basura los
filetes que tengan peor color, otros se los come tu chico, que no sabes porqué
pero la comida caducada nunca le sienta mal y te das un atracón durante los dos días siguientes a proteínas: desayuno, comida y cena.
· Dejar
la limpieza de casa para mañana: llevas una semana de mierda, con mil cosas
que hacer, y lo que menos te apetece es poner en orden la casa, estás cansad@,
¡ba!, te dices, mañana limpio todo. ¡Error! Puede ocurrir cualquier cosa y
tienes la casa hecha una pocilga. Por ejemplo: que tu maravillosa familia se
pase por sorpresa a verte y ¡zas! ¡Qué sorpresa, no os esperaba!
·
Regar las plantas: tu madre te regala unos geráneos
espectaculares que con mucho mimo ha cultivado en su jardín, juras ponerte una
alarma para regarlos todas las noches, pero... ¡mierda!, te los encuentras
chamuscados al día siguiente. Acabas creyendo que en tu balcón hay un agujero
en la capa de ozono...pero en el fondo sabes que eres un puto desastre.
· Poner
el regalo de tus queridos suegros de decoración en casa: con mucho amor tus
suegros te hacen un regalo "precioso" para que pongas de decoración
en tu salón. Estas situaciones son complicadas, ya que si no te gusta una
mierda lo que te han regalado ¿qué haces?, ¿pones la decoración rococó suegril
en tu salón chic o...lo guardas en una bolsa y cuando vengan a verte lo
colocas con amor y delicadeza? Pues si optas por la segunda opción, ¡la has
cagado! ya que en un momento dado, más pronto que tarde, se te olvidará
colocarlo y averiguarán que su regalo no te gusta una mierda y que, por
supuesto, no lo vas a exhibir en tu casa.
· Cargar
el móvil: te levantas con prisa y mientras desayunas decides revisar el
teléfono móvil, pues ¡zas! Sí, sí, lo habías conectado al cargador pero
¡estaba mal conectado a la corriente! es decir, tus dedos chorizones han hecho
de las suyas y para variar te la han liado de nuevo. A todo correr buscas el
cargador del coche, deseando que haya atasco y que te dé tiempo a que la
batería pueda cargarse y no estar incomunicada todo el día.
· Echar
gasolina: te propones echar gasolina cada dos días, por eso de no llevarte
un sustito cuando vas a trabajar y quedarte en reserva. Pues nada, se repite la historia, ¡otro día sin
gasolina!. Una cola de la hostia en la gasolinera y llegando tarde al
trabajo, ¡no aprendo!
· La
tarjeta de crédito y sacar dinero: ayer cambiaste de cartera y vas
tan feliz con tu regalito nuevo en el bolso hasta que tienes que pagar el café
del desayuno y ¡zas! no has metido la tarjeta de crédito y, por supuesto, no
tienes money suelto, por lo que vas a tener que mendigar todo el día para
que te paguen las cosas, vamos, ¡una puñetera faena!
· Tiritas
para zapatos nuevos: podría decirse que mis pies no están muy bien
hechos. A parte del tamaño, un 40 de pie y mido 1, 63, nunca me suelen estar
muy cómodos los zapatos y si a eso le añadimos unos tacones…a parte de parecer un pato mareao al andar, siempre suelo acabar con los pies ensangrentados. Pero
esta vez, no sé porqué, pienso que va a ser diferente. Me compro unos zapatos
con plataforma que una amiga me ha recomendado, la mar de monos, que por lo
visto son "comodísimos". Te los pruebas en la tienda y sí...parece
que no rozan, me enamoro de los zapatos inmediatamente y olvido las tiritas,
¡ERROR!…acabo cogeando a los 10 minutos, ¡putas plataformas!
· Las
llaves de casa: esperas a que alguien de casa llegue o entras como un
fugitivo por la ventana.
·
La lista de la compra: te encuentras en el
super, buscas la lista que acabas de escribir cuidadosamente en casa y ¡te la has dejado encima de la mesa! No sabes por dónde empezar y compras de todo menos lo que realmente tienes que comprar. Y lo peor de todo es
que cuando llegas a casa no sabes qué hacerte de comer. Coges la lista de encima de la mesa y la tiras a tomar por culo.
· Poner
el lavavajillas: te encuentras sin un puñetero plato ni vaso para
desayunar y tienes que ponerte a fregar a las 7 de la mañana, ¡buf! Por supuesto unas gotitas de grasa te manchan la ropa y tienes que volver a cambiarte a toda hostia, para poder llegar a tiempo al trabajo.¡Puta cabeza de membrillo que tengo!
· Que
te llamen por teléfono y se te queme la comida: te estás preparando un
risotto que tiene un olorcillo y una pinta orgásmica. Te llama alguien y te
empiezas a distraer, hasta que hueles a quemado... ¡mierda! ¡se te quema toda la
comida, y en una hora tienes que irte a trabajar! ¡Risotto a tomar por culo!
· Desconectar
la alarma: vas distraída, hablando por teléfono, entras en casa, no te
acuerdas de la dichosa alarma, empieza a pitar, no te acuerdas de la
contraseña, creen que estás robando en tu propia casa, salen todos los vecinos
asustados…¡un puto caos!
En fin, soy como soy, qué le vamos a hacer…
Ilustradora: Sara Herranz.
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