MIS GAFAS
Por Bárbara Lledó Desde que me acuerdo de mí, me acuerdo de mis gafas. Toda la vida las he llevado puestas. Unas veces más sucias, otras más limpias; de pasta o de metal, sin importar el color. Sus pequeñas plaquetas reposan sobre el puente de mi nariz y sus finas patillas se ajustan perfectamente al tamaño de mi cabeza. Son como mis brazos o mis piernas, son el colador de mis pensamientos, son mis ojos de verdad. Todos los días del calendario, desde que el sol sale hasta que la Luna corona la noche, mis pupilas respiran a través de sus lentes. Con los ojos entreabiertos, cada mañana, palpo hasta donde alcanza mi mano para encontrarlas. Son mis anteojos, mis prismas de visión, las que me ayudan a agudizar uno de mis sentidos...pero no del todo. Siempre me he preguntado cómo sería mi cotidianidad sin mi dependencia de ellas, con la libertad de poder ver más allá de los dos cristales que hacen de barre